lunes, 28 de noviembre de 2011

No sirvo para estudiar

En 1983 cuando terminaba mis estudios de EGB (ahora segundo de ESO) una profesora le comentó a mi madre que yo no servía para estudiar. El consejo que le dio a mi madre fue que me matriculase en la FP (actualmente ciclos formativos) y por entonces considerada un sumidero de los fracasos escolares. No le quito razón a la profesora. En esa época yo me quedaba mirando a una obra de una finca y preguntándome porqué una grúa no se caía, o desmontando todos los aparatos eléctricos que pasaban por mis manos. Actividades que no requieren de lo que estrictamente se conoce como estudiar.
Afortunadamente mis padres no hicieron caso a la profesora e hicieron lo posible para matricularme en el instituto, cosa que sólo pudo hacer en el horario nocturno. Al cabo de cuatro años, aparecí en el colegio como estudiante de magisterio (que entró con una buena nota de selectivo, todo sea dicho) en prácticas. La profesora no se había equivocado en describirme, pero sí en el consejo.

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